viernes, 6 de noviembre de 2009

Aucapata

Iskanwaya, la ciudadela preincaica se abre al mundo con una ruta turística


La ciudadela preincaica de Iskanwaya se encuentra a 300 kilómetros de la ciudad de La Paz, espacio que habitaron los de de la Cultura Mollo. Actualmente se muestra al mundo como uno de los patrimonios más importantes que tiene el departamento de La Paz, Bolivia y del mundo.

Esta riqueza arqueológica que dejó la invasión Incaica a la cultura Mollo, se encuentra dentro de la provincia Muñecas, al norte del departamento de La Paz, a pocos kilómetros de la población de Aucapata. Iskanwaya esta ubicada exactamente en la orilla izquierda del río Llica".

El Prefecto, José Luis Paredes, que es el encargado promocionar los sitios turísticos y poblaciones enfatizó que esta infraestructura cultural es la confirmación de grandiosidad de nuestras culturas. "Iskanwaya no solo es un testimonio silencioso de la cultura Mollo, es como el Machipichu en Bolivia por su antigüedad y la riqueza ancestral que lleva en sus infraestructuras".

LA RUTA

Se parte de La Paz y se inicia un circuito por las diferentes poblaciones turísticas del norte del Lago Titicaca, pasando por el Huayna Potosi situada a 6.094 metros sobre el nivel del mar (snm).

La ruta continua por la muestra de la ciudad de El Alto, en el camino se aprecian las montañas más bellas de América, el Illimani, el Huayna Potosi, el Illampu, el Mururata, el Janco Uma y el Tuni Codoriri.

Batallas, Huarina, la magnitud del lago sagrado de los Incas, de los Tiahuanacotas a 3.083 metros s.n.m., donde se pueden apreciar construcciones en forma de pirámides, los Uma Suyus, que quiere decir región del agua.

El viaje continúa por la población de Achacachi, población rural más grande que tiene el departamento de La Paz, continuando por la construcción de un nuevo camino Umacha - Ambana. Que permitirá llegar a Chuma y luego a Apolo de manera más directa al norte del departamento.

El recorrido prosigue hasta llegar a Ancoraimes, pasa por Carabuco, lugar donde se encuentra la casa de los caciques Siñani. Origen histórico del escudo de la portada, la leyenda se refiere a don Evaristo Siñani, tatarabuelo quien fue cacique del puerto mayor lacustre de Carabuco, capital de la tercera sección de la provincia Camacho, del departamento de La Paz.

Entrando a la iglesia de Carabuco, se observa que es una de las únicas del mundo que tiene en su interior dibujado al diablo, ahí tienen al demonio varias veces dibujado, lienzos gigantes que adornan la iglesia con un púlpito precioso tradicional y todo un altar de plata.

A 154 km. desde la ciudad de La Paz. Se llega a escoma esta es su plaza con lindos árboles muy bien cuidados, punto de encuentro entre la carretera al norte del departamento de La Paz y el camino que continua a Charazani – Apolo.

En la ruta turística se evidencio el paisaje natural que ofrece las orillas del río Suches que nace en los glaciales de Apolobamba, continua en conexión a caminos que cruzan extensas Lomas para ingresar a un altiplano ondulado, se pasa por Wila Kala, kilometro 243.

A tres kilómetros se llega a Warachani, se toca la cima nevada de Callinzani a 4.700, posteriormente bajar para subir a Koansani a 4.750 de altitud, lugar donde se llevo a cabo parte de la guerra por la independencia, nominada por Simón Bolívar como Idelfonso de las Muñecas.

Se baja y se llega a la región de Aucapata, en la pendiente izquierda del río Llica, sus casas son de tipo de la conquista española con tallados y motivos coloniales en puertas y balcones construidas con piedra pizarra que se muestran en las callejuelas y paja brava en sus techos.

ISKAWAYA

Ubicada en Aucapata de la provincia muñecas ciudad de descendencia de la cultura Mollo presenta una topografía accidentada con acentuadas pendientes, es sorprendente ver el magnifico trabajo de construcción en tan difícil terreno.

Según Hugo Bohero Rojo, este complejo urbano fue edificado antes que el Machupichu y tiene una mayor extensión, edificado sobre una ladera empinada a una altitud de 1.672 m.s.n,m,, se calcula su población llego de 2.500 a 3.000 habitantes.

La infraestructura está sostenida con muros de contención en forma trapezoidal que presenta una serie de construcciones haciéndola un conjunto de 95 edificios, con un promedio de trece habitaciones unifamiliares"

Los edificios están conectados mediante callejuelas alimentados por una red de canales en forma de "V" construidas con piedra Laja y Pizarra con una profundidad de 15 centímetros. Bohero señala que , "los canales transportaban agua desde un estanque de planta semicircular de cuatro metros de diámetro construido sobre la base de la misma piedra utilizando barro como mortero".

Se puede evidenciar que en las estructuras habitacionales se han levantado a un nivel mayor, son dobles, constan de un vestíbulo y una habitación. El vestíbulo no tiene la pared del frente ya que se encuentra conectada directamente con el patio, mientras que la del fondo es más cerrada con acceso al vestíbulo, sin mostrar ventana alguna de conexión.

En la parte delantera se puede apreciar una infraestructura que les servia de cocina con sus respectivas soleras y volanderas que molían el maíz y otros productos básicos del pueblo Mollo.

La edificación de los muros fueron hechos con piedra pizarra, dispuestas por hiladas horizontales a soga, empleando una mezcla de barro y grava como mortero, que le da una consistencia que ha permitido que la ciudadela este a salvo por cientos de años.

Dentro de estas construcciones, los muros internos presentan nichos, donde se presume que guardaban algunos objetos de valor, como las piedras salientes que seguramente servíeron para colgar algunos utensilios domésticos o artículos del hogar.

HOMOGENEIDAD SOCIAL

Según el escritos e historiador, establece que la sociedad Mollo era Homogénea socialmente, tal vez no existía estratificación social, ya que todas edificaciones son similares, el hecho de compartir edificaciones entre varias familias demostraba que relación era en comunidad y con la reciprocidad de obligaciones.

SU OBRA

Según el profesional, lo magnifico de la construcción es la muestra del desafío de los constructores de la cultura Mollo que erigieron plataformas firmes que sustentaron tanto las edificaciones como las callejuelas de circulación, aprovechando al máximo su espacio. Construcciones colgadas de las laderas o peor así parecieran que son dibujos del lugar dan una imagen espectacular de digna admiración y respeto.

EL OCASO

Según los investigadores el ocaso de la cultura Mollo se demuestra que fue ocasionado por las consecutivas invasiones de los Incas a esas regiones, quienes tras someterlos los dispersaron hasta lograr la desaparición de la cultura.

CERANICA Y METALURGIA

Los restos encontrados en el lugar, evidencia que se encontró cerámica y restos arqueológicos de la cultura Mollo con alta precisión demostrada en una buena cantidad de vasijas, casi intactas, decoradas con motivos Tiahuanacotas y principalmente preincaicas.

Se encontraron materiales donde se manifiestan que en la cultura Mollo ya se realizaba la metalurgia del cobre y el martillado para la formación de adornos, joyería para la mujer y puntas de lanza.

RECUPERACIÓN

Tras la firma de convenio entre la Prefectura, representantes del Gobierno Central y el municipio de Aucapata se inició la recuperación arqueológica de Iskawaya, la cultura Mollo en general para lo cual se puede observar los primeros pasos en el Museo arqueológico y el proyecto de la construcción del museo de etnografía y folklore en el centro mismo de la población.
(Texto y fotos: Prefectura de La Paz)
Publicado en Bolivia.com

Iskanwaya, la urbe Mollo

Hace 800 años, en cercanías de Aukapata, los resabios de la civilización tiwanakota establecieron una cultura agrícola que dominó el norte del lago Titicaca por 400 años y creó las bases para el imperio inca.


En medio de los cerros del valle se encuentra una antigua ciudad andina. Construida con piedra, muestra los avances arquitectónicos y de ingeniería que consiguieron sus ya desaparecidos pobladores. El silencio que la rodea y la niebla que suele bajar a ella aumentan el aura de misterio y misticismo que exudan las ruinas. No, no estamos hablando de Machu Picchu en el Perú, sino de Iskanwaya, urbe de la cultura Mollo que vivió en Bolivia después de la caída del imperio tiwanakota.

La ciudadela de Iskanwaya, cuyo nombre en quechua significa ´dos casas´, mide tres kilómetros cuadrados y está compuesta por 95 edificaciones de piedra, de las cuales sólo la mitad ha sido excavada.

Las ruinas se levantan al costado de uno de los cerros que componen la geografía del municipio de Aukapata del departamento de La Paz, frente al río Llika, donde fueron descubiertas en la década de los años setenta por Ponce Sanjinés.

El arqueólogo Juan Domingo Faldín Arancibia, jefe del Centro de Investigaciones Arqueológicas de Iskanwaya, indica que todas las construcciones tienen habitaciones interiores que se conectan con un pasillo hacia un patio interior y una despensa subterránea externa.

De estos “departamentos” pétreos se desenterraron restos humanos de mujeres y niños, así como objetos cotidianos como vasijas, vasos, ruecas y cubiertos de madera.

“Eso nos indica que, a diferencia de Tiwanaku, Iskanwaya era una ciudad civil y militar”, comenta el arqueólogo mientras muestra los vasos de arcilla almacenados en el museo de Aukapata. “De los artefactos encontrados, pocos son los que presentan una función simbólica o de servicio religioso”, agrega.

Según los estudios realizados desde el descubrimiento, esta sería la capital de una nación, posiblemente aymara parlante, que gobernó un área de 13 kilómetros cuadrados en lo que ahora es el territorio de la provincia Muñecas.

Existió desde la caída del imperio de Tiwanaku, en 1050, hasta ser conquistados por los incas en alrededores del siglo XV después de Cristo, cuando los gobernantes quechuas comenzaron su expansión hacia el este del continente.

Una cultura eslabón

Cabezas de llama surgen del borde de los recipientes de arcilla. Las figuras de jaguares y los colores ocres caracterizan a la cerámica Mollo.

Mientras examina un recipiente triple, Faldín indica que este estilo fue una herencia de los tiwanakotas y, posteriormente, transmitido a la artesanía del imperio inca.

Según Faldín, se puede decir que la cultura Mollo es hija directa de Tiwanaku. “Cuando el imperio decayó, alrededor del 1050 después de Cristo, sus territorios se fraccionaron en diversas naciones pequeñas”.

Una muestra de esta descendencia es la excavación de monolitos de piedra, similares en su concepción a los de Tiwanaku, pero inferiores en calidad de diseño.

“Las estelas muestran una imagen antropomórfica, siguiendo algunas de las posturas mostradas por las piezas de Kalasasaya y del templete semisubterráneo. Pero, si uno se fija bien, el tamaño es menor y el tallado carece de la calidad tiwanakota”, describe Faldín.

Otra diferencia radica en que los monolitos muestran figuras hermafroditas, a diferencia de las masculinas de Tiwanaku. Esto, según Faldín, indica rituales religiosos de la fertilidad en sociedades agrícolas.

Jorge Albarracín, arqueólogo y natural de Aukapata, cuenta que estos reinos estaban en estado de guerra constante. “En los cerros alrededor de Aukapata hemos encontrado los restos de fuertes militares. Estos puestos de combate rodean la ciudadela, indicando una estrategia de protección”, agrega.

Estos estados crecieron, estableciéndose como poderes importantes en el territorio andino. Sin embargo, ellos también plantaron la semilla de su propia destrucción.

“Cerca de aquí están los kallawayas, quienes hablan en el quechua de los incas. Fue cerca de Mollo donde se desarrollaron las bases de la cultura incaica. Algunos pobladores aseguran que esa es la zona donde se habla el quechua original”, explica el experto Osvaldo Rivera.

Durante el dominio inca y, posteriormente, durante la época de la Colonia la zona circundante a Iskanwaya se convirtió en un lugar muy importante para el tránsito entre el Cusco y La Paz.

Con el paso del tiempo, la memoria de la cultura Mollo fue desapareciendo, pero los descubrimientos no se dejaron esperar y, poco a poco, como por accidente, trozos del pasado comenzaron a surgir.

Economía y religión

“Los campesinos fueron los primeros en desenterrar artefactos y restos humanos mientras araban la tierra para cultivar maíz o papa”, recuerda Jorge Albarracín. “Estos descubrimientos ayudaron, primero, a identificar la cultura y, después, nos dieron un vistazo de cómo era la vida cuando los Mollo existían”.

Las costumbres funerarias de los pobladores de Iskanwaya fueron las que revelaron que los Mollo eran un pueblo dedicado a la agricultura. ´En las zanjas de arado escalonadas, donde se encontraron los restos, también hallamos instrumentos de labranza”, explica Faldín.

Los Mollo enterraban a sus miembros en los lugares donde ellos tuvieron mayor influencia y pasaron más tiempo, junto a sus propiedades más importantes.

“En las cocinas y pasillos de Iskanwaya están los restos de las mujeres, junto con vasos, agujas y otros instrumentos domésticos. Los niños eran enterrados en sus cuartos con sus juguetes y los hombres en el campo con sus herramientas, adornos o armas”, relata Rivera mientras señala los objetos citados que se hallan en el museo, como taciturnos testigos de un pasado del cual todavía no se sabe lo suficiente.

Revista Escape, mayo 2007
Jorge Soruco Ruiz •

Cómo llegar a Aucapata?

Todo viaje al pasado nos sorprende con caminos sorprendentes, caminos de exploración. El camino a Aucapata e Iskanwaya no es la excepción: desde La Paz hasta Aucapata se conoce parte de Bolivia, sus pueblos tradicionales y un paisaje andino único en el mundo.

La ruta se inicia desde el kilómetro cero de la ciudad de La Paz para luego comenzar un circuito por las diferentes poblaciones turísticas del norte del Lago Titicaca.

La ruta continúa por la de El Alto. En el camino se aprecian las montañas más bellas de América: el Illimani, el Huayna Potosi, el Illampu, el Mururata, el Janco Uma, el Condorini. Batallas, Huarina, la magnitud del lago sagrado de los Incas, de los Tiahuanacotas.

Posteriormente Achacachi, la población rural más grande que tiene el departamento de La Paz. La ruta sigue hasta llegar a Ancoraimes y luego, por fin a Carabuco.

La iglesia de Carabuco, debe ser una de las únicas del mundo que tiene en su interior al diablo dibujado varias veces. Lienzos gigantes adornan la iglesia con un púlpito precioso tradicional y todo un altar de plata. A 154 kilómetros desde la ciudad de La Paz se llega a Escoma.

En la ruta turística se evidencia el paisaje natural de las orillas del río Suches, que nace en los glaciales de Apolobamba. Esta ruta sigue conectando otros caminos que cruzan extensas Lomas para ingresar a un altiplano ondulado. Siguiendo la ruta troncal que lleva a Charazani y Apolo, se encuentra el desvio a la provincia Muñecas, a los poblados de Aucapata, Ayata y Chuma.

Se pasa por Callinzani a 4.700 msnm y por Koansani, a 4.750 de altitud. En este lugar se llevó a cabo parte de la guerra por la Independencia liderada por el cura Idelfonso de las Muñecas.

Se baja algunos kilometros hasta llegar finalmente al maravilloso pueblo de Aucapata.
A una hora de Aucapata, en la pendiente izquierda del río Llica se encuetra Iskanwaya, ciudadela preincaica de la cultura Mollo.

Salen buses interprovinciales 3 veces a la semana de la cancha El Tejar de la ciudad de La Paz.

Viaje en el tiempo al pueblo de Aucapata



Quien va a Aucapata por primera vez siente el asombro del viaje en el tiempo, pues, en los 286 km del trayecto desde la ciudad de La Paz, se pasa de una metrópoli del siglo XXI a un pueblo de la época de la colonia española.

El camino tiene, además, el atractivo de recorrer varios pisos ecológicos, desde el altiplano paceño, atravesando la cordillera de Apolobamba, hasta la cabecera de valle en que está ubicado Aucapata.

De El Alto se sale con rumbo a Huarina y se cruza por Achacachi, Carabuco, Ancoraimes y Escoma, hasta donde llega el asfalto, para luego emprender hacia la cordillera por caminos de tierra.

La vista se maravilla con atractivos naturales como el nevado Illampu, el río Suches, las alpacas y vicuñas de la reserva de Apolobamba o la Puerta del Diablo (Supay Punku), excavada en la roca viva del cerro Koanzani, punto más alto de la ruta (casi 4500 m de altitud).

Desde allí, todo es bajada hasta Aucapata (2700 msnm).

Luego de pasar por el último poblado aimara, el municipio de Huancu (todavía en la puna), uno se adentra en el territorio de los quechuas, cuya presencia no se explica sino debido a la política incaica de traslado masivo de poblaciones como forma de control social (mitimaes).

La vegetación se va haciendo más densa y se pueden contemplar especies forestales endémicas como la lampaya.

Los campesinos visten pantalón corto, camisa de bayeta de la tierra y chalecos, mientras que sus mujeres, coloridas mantas, la misma ropa desde la colonia española.

Son habitantes de municipios indígenas como Yanawaya, Beikili o Pusillani, que saludan a todas las personas con las que se cruzan, a la educada usanza de nuestros abuelos. Después de ocho a diez horas de viaje desde La Paz, Aucapata nos espera como dormida en el tiempo, con sus casas coloniales, con su iglesia de piedra laja doblemente incendiada, con sus hornos de leña y su gente que viste, trabaja, come y habla como se hacía en el Alto Perú.

Aunque el camino carretero llegó en 1978 y la luz eléctrica, el agua potable y el teléfono hace pocos años, el pueblo no ha perdido su sabor colonial. Si se tiene tiempo todavía se puede continuar el camino hasta las ruinas de Iskanwaya de la cultura Mollo, a una hora más de camino carretero.

Sin embargo, recomendamos quedarse en Aucapata y disfrutar del pacífico ambiente en estas vacaciones “en el tiempo” (teléfono cab. Entel 22135519).

ATRACTIVOS

iGLESIA y museo • La parroquia es colonial, en piedra laja y de una nave en estilo romano, dedicada a la Virgen del Rosario. El museo alberga una de las más importantes colecciones de cerámica Mollo.

KAkAPATA • Peñón que hace de mirador en las afueras de Aucapata. Desde allí se puede apreciar toda la quebrada del Llica, en un amplio panorama que desciende del Illampu.

Iskanwaya • Ruinas precolombinas de la cultura Mollo que datan del 1200 dC. Es una ciudad “en el aire”, por los imponentes muros de contención que la soportan en la montaña.

La Razón, Edición Digital - Martes , Julio 7 de 2009